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Socorro! Mi hijo tiene FIEBRE!

La fiebre es el principal motivo de consulta, tanto al pediatra como a la guardia. Pero... ¿Es realmente una urgencia? ¿Es peligroso tener fiebre? ¿Hay que bajarla a cualquier costo?

Primero vamos a definir que es la fiebre. Se denomina Fiebre a la temperatura corporal por encima de 38°C. Para eso necesitamos un termómetro. Ya sé que parece obvio, pero no lo es. La mayoría de las mamás siguen usando el método de la palma de la mano en la frente. Es orientativo, pero no es preciso. Así que necesitamos un termómetro.

¿Cual termómetro es el mejor? 

Para empezar, no se recomiendan los termómetros con mercurio, porque son extremadamente tóxicos cuando se rompen, cosa que pasa frecuentemente con los niños. Los recomendados son los digitales o los infrarrojos. Son confiables.

Cuando notamos a nuestro niño "calentito" y tomamos la temperatura y está por debajo de 37,5°C, generalmente no es nada. No importa que parte del niño este más o menos caliente. No es fiebre. Si lo notamos decaído, puede ser que esté empezando con algún proceso infeccioso. Hay controlarlo y nada más.

Si tiene mas de 38ºC, tiene fiebre. ¿Que hacemos?

Primero, tenemos que saber que la fiebre no es una enfermedad por si misma. Es un síntoma, es decir, una señal que algo está pasando. En los niños, generalmente es una infección. Es un mecanismo de defensa que nos ayuda a defendernos de lo que nos está atacando.

Cuando somos agredidos por algún germen, nuestro sistema inmune (nuestras defensas) se ponen en marcha. Se liberan a la sangre sustancias que nos ayudan a hacerle frente a la enfermedad. Los gérmenes, por su parte, también eliminan toxinas que viajan por todo nuestro cuerpo. Todas estas sustancias, propias y ajenas, actúan en nuestro "termostato" elevando nuestra temperatura corporal. Dependiendo de cada persona y del germen que nos ataque, nos subirá poco o mucho.

Si es parte de nuestras defensas, ¿por que bajamos la fiebre? 

En general, porque no es muy eficaz y nos hace sentir muy mal. Aumenta nuestra frecuencia cardiaca y respiratoria, nos da sensación de mucho frío y de desasosiego. Damos antitérmicos para el bienestar.

Cuando un niño tiene más de 38°C, podemos dar un antitérmico como el paracetamol, el ibuprofeno o la dipirona. La dosis se ajusta por el peso, nos la indica el pediatra.
También se puede dar un baño calentito, o poner pañitos tibios en frente y axilas. Ofrecer mucho líquido y reconfortar.

Si pasa un rato y no baja, ¿tengo que ir a la guardia?

Generalmente, no. La fiebre en si no es peligrosa, salvo estas situaciones:

Menores de 3 meses
Decaimiento marcado o somnolencia 
Presencia de manchas en la piel, o cambios en la coloración (palidez extrema, piel azulada)
Niños que tienen una enfermedad previa, como leucemia, por ejemplo.


Entonces... ¿Por que le tenemos tanto miedo a la fiebre? 

Porque el "Cuco" son las famosas convulsiones febriles.  Pero, ¿todos los niños con fiebre están en riesgo de tener una convulsión febril? La respuesta es NO.

Las convulsiones febriles se dan en niños que tienen una predisposición personal y genética de tener convulsiones cuando tienen una enfermedad infecciosa. Son aproximadamente el 3 al 5% de los niños, y casi siempre tienen un antecedente familiar de convulsiones febriles.

Es importante aclarar que lo que provoca la convulsión no es la temperatura, sino esas sustancias que se liberan que son las que irritan grupos de neuronas, provocando las convulsiones. 

Cuando baja la fiebre, esas sustancias siguen circulando por el organismo, por lo que pueden ocasionarse convulsiones aunque el niño no tenga fiebre.

De esto podemos deducir que NO IMPORTA A CUANTO LLEGUE LA TEMPERATURA NI CUANTO TIEMPO EL NIÑO TENGA FIEBRE.  Tener 40°C no da más riesgo de convulsión que tener 37°C para niños que tienen predisposición.

Las convulsiones febriles son muy angustiantes, como todas las convulsiones. Pero son benignas. Pueden aparecer desde los 6 meses de edad, y suelen desaparecer a los 5 años. No están relacionadas con epilepsia, ni provocan daño neurológico. Dos tercios de los niños que presentan una convulsión febril no la vuelven a repetir. 


¿Cómo me doy cuenta si es una convulsión?

Una crisis convulsiva puede presentarse de varias maneras. Puede ser que el niño se ponga rígido, que no responda al llamado de sus padres, ni fije la vista. Puede parecer que no respira, ya que los labios suelen amoratarse. También suelen presentar sacudidas de brazos y piernas. Suelen durar algunos segundos, después de lo cual los niños recobran el conocimiento, algo confusos y adormilados, y se recuperan por completo en pocos minutos.

Hay que recalcar que los temblores que tienen los niños con fiebre NO son una convulsión. Y que aparezcan estos temblores tampoco quiere decir que haya riesgo de una convulsión.

¿Qué hago?

Antes que nada, cuidar que no se golpee con las sacudidas de brazos y piernas. NO introducir nada en la boca, es mentira que existe riesgo de atragantamiento por la lengua. Si metemos algo en la boca, podemos lastimarlo o asfixiarlo. Si ponemos nuestros dedos, corremos el riesgo que nos muerda, a veces gravemente.
Concurrir a una guardia de pediatria, siempre debe ser evaluado, pero hacerlo con prudencia, no hace falta conducir temerariamente, ni poner en riesgo la seguridad de los pasajeros del vehículo o transeúntes. Por más desesperante que parezca en el momento, las convulsiones febriles no son mortales.

RESUMIENDO

 Tener fiebre no es una urgencia. No es peligroso. No hace falta bajarla a cualquier costo, ni concurrir de madrugada a una guardia, salvo que se presenten las situaciones que mencionamos.

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